Juego

El sol asoma su incandescencia
por el lomo del Cerro Chenque.
En la gélida mañana
golpea las casitas agujereadas
prendidas como hiedras en las laderas.
Despierta los ojos angustiados
y el estómago suena en el vacío
de sus habitantes.
Aún así, la virtud
solea una sonrisa en sus labios.
Algunos niños salen a morder su pan
por la indiferencia de las calles,
los otros se recrean,
con el don que poseen los niños
de transmutar la vida en el juego.
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